El lugar es inmejorable para los amantes de la naturaleza con la vista de las montañas nevadas en agosto desde las ventanas del comedor y las habitaciones. La casa es muy espaciosa y acogedora, rustica y con mucho encanto, la única pega es que el suelo de las habitaciones superiores cruje al ser de madera y haría falta una lavadora. Hay muchas excursiones, senderos y teleféricos para ver en los alrededores y esta muy bien situada. Suzanne, la dueña, es una mujer muy agradable. Muy recomendable!