La casa de Frederique es cómo un pequeño paraíso en el desierto. Es un cortijo muy bonito restaurado con técnicas tradicionales y con detalles y una decoración bonitos. Los jardines y la piscina son una gozada. Mi familia y yo pasamos una semana tranquila y muy disfrutable allí, entre la piscina, la playa, y visitas al mariposario y la Tienda de Milagros en Níjar, y las cuevas de Sorbas. La casa es muy child/teenager friendly también, ya que cuenta con juegos de mesa, una mesa de ping pong, petanca y otros juegos. Cómo Frederique no estaba, nos acogió Beccy, que fue muy amable y generosa, y nos trató muy bien. Recomendaría la casa el 100%!